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Conversación en La Catedral (de Mario Vargas Llosa)

Conversación en La Catedral

La obra del escritor peruano Mario Vargas Llosa cuenta con varias distinciones: el Rómulo Gallegos en 1967, el Príncipe de Asturias de las Letras en 1986, el Premio Cervantes en 1994 y el Nobel de Literatura en 2010. Su tercera novela “Conversación en La Catedral” fue incluida en la lista de las 100 mejores novelas en español del siglo XX.

Santiago Zavala, el protagonista es un periodista limeño de treinta años que vive en la mediocridad y en la falta de convicción, sin demasiado expectativas. Santiago compara su situación con la de su país y constantemente se pregunta en qué momento se jodieron él y el Perú. Una tarde, Zavala se encuentra por casualidad con Ambrosio, el ex-chofer de su padre. Los hombres hablan y beben durante cuatro horas bar de pobres ubicado en la zona del Puente del Ejército, local conocido como "La Catedral".

Zavalita es un sencillo periodista, pero de familia acomodada, que se ha dejado de ver en voluntario desclasamiento, a causa de los desacuerdos con su padre, Don Fermín. Por su parte, Ambrosio es un negro viejo que se dedica a matar perros en la perrera municipal y que fue anteriormente chofer de Cayo Bermúdez y luego chofer de don Fermín.

La acción trancurre durante la dictatura militar de Manuel A. Odría, que gobernó Perú desde 1948 hasta 1956. El diálogo del viejo Ambrosio y el joven Zavala sirve como hilo conductor para cuatro historias que van desarrollándose, pero también como respuesta a las preguntas del joven periodista.

El comienzo del libro puede parecer caótico, no se entiende quién está hablando con quién y de qué, sin embargo su compleja combinación de planos temporales y espaciales lo convierten en una de las mejoras novelas de la narrativa contemporránea. El libro cuenta con personajes jodidos, personajes que pudieron ser felices, pero por ambición o por orgullo se negaron a su destino, convirtiéndose en personajes dolidos que lamentan su pasado: “¿qué habría pasado si yo…?”

Tras acompañar a Santiago durante 700 páginas, uno se da cuenta que no sólo está jodido el Perú, sino también los peruanos. Recomiendo “Conversación en La Catedral” a todos los que estén interesados en el realismo social y literatura hispanoamericana.

 

de la misma autora El Síndrome de Don Juan, Mario Vargas Llosa inaugurará una biblioteca en Arequipa, Visita al orfanato “Sfantul Nicolae”, Revista ”Los Cervantinos, Frase del día, Catherine, la revolucionaria y auténtica Miss Dior, Libros: Un domingo con Dan Brown,

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El premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa arribará a la ciudad de Arequipa en abril para inaugurar la ampliación de la biblioteca regional que lleva su nombre.

El director de la biblioteca, Rommel Arce, refirió que las nuevas instalaciones albergarán la donación de 30,000 libros que hizo el novelista de su biblioteca personal a la Ciudad Blanca, lugar donde nació.

Los libros empezarán a llegar de forma paulatina y estarán en la casona que ha sido restaurada por el Gobierno Regional de Arequipa, con el propósito de guardar el legado cultural del novelista, señaló Arce.

Según se informó, Vargas Llosa arribará a Arequipa el 13 de abril. Al día siguiente se tiene prevista la ceremonia de inauguración de la ampliación de la biblioteca que cuenta con 14 nuevos ambientes.

Rommel Arce manifestó que para el 2014 tienen previsto continuar con la descentralización de las actividades culturales en el lugar, así como fomentar la lectura entre los escolares a través de concursos de ensayos de la obra de Mario Vargas Llosa.

Ayer, yo, dos compañeros míos, nuestro profesor de español y mi mamá (fue ella la que nos llevó al orfanato en su automóvil) nos fuimos primero a Carrefour a comprar (del dinero recogido de la venta de las revistas) alimentos para los ñiños del orfanato "Sfantul Nicolae".

Tras comprar naranjas, plátanos, bombones, leche etc, nos dirigimos hacia el orfanto, donde la directora y los infantes nos esperaban. Al vernos se pusieron muy contentos, especialmente los pequeños, aunque también sus madres. Su alegría era sincera y sentí que conseguimos mejorar, aunque sólo por esta Navidad, sus vidas.

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Esta semana ha salido el primer número de la revista de nuestro colegio, intitulada  ''Los cervantinos''.

Iniciativa del profesor Robert Lozinski, la revista está abierta para todos los colegiales que deseen mejorar su castellano y conseguir cierta popularidad dentro del colegio. Consecuetemente la revista ha disfrutdao de una considerable notoriedad, los colegiales comprando más de 20 números en menos de un día. La cantidad de dinero reunido de la venta de revista irá a un orfanato de Bucarest.

"En el mundo actual, se está invirtiendo cinco veces más en medicamentos para la virilidad masculina y silicona para mujeres, que en la cura del Alzheimer. De aquí a algunos años, tendremos viejas de tetas grandes y viejos con pene duro, pero ninguno de ellos se acordará para que sirven”.

Esta frase la ha dicho el eminente oncólogo brasileño Dráuzio Varella, bastante conocido en Brasil por sus numerosas apariciones televisivas y artículos sobre la ciencia médica.

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Ella fue la primera y auténtica Miss Dior, la que dio nombre al mítico perfume de Christian Dior. Catherine Dior, la hermana pequeña del modista, mantuvo siempre una relación muy estrecha con él a pesar de llevar un estilo de vida alejado del mundo de la farándula. Pero ella es mucho más que “la hermana de” o que la mujer que le dio nombre a una de las fragancias más conocidas del mundo. Fue una mujer de convicciones, una heroína de la Resistencia francesa contra la ocupación nazi, alguien que sufrió torturas y que sobrevivió a los campos de concentración para luego vivir dedicada al negocio de las flores hasta su muerte, en el año 2008. Su especialidad eran las rosas y los jazmines. Las mismas que componen la base de la primera fragancia de Dior, dedicada a “su hermana pequeña favorita”, convertida en uno de los símbolos de la casa de moda y que acaba de centrar una inédita muestra en el Grand Palais de París.

La escena se remonta a un frío día de febrero de 1947 en el taller parisiense del modista. Christian Dior ultimaba su primer desfile —una colección que luego sería bautizada como New Look—, el cual había decidido ambientar con el perfume que acaba de crear con Paul Vacher. Se encontraba con sus más cercanos colaboradores intentado buscarle un nombre al invento. Mitzah Bricard, gran musa del costurero, caminaba de un lado al otro de la sala intentado encontrar el nombre perfecto, cuando se dio cuenta de que había entrado discretamente en la habitación Catherine Dior. “Anda, ¡aquí tenemos a Miss Dior!”, exclamó. “Miss Dior: ¡ahora tenemos nombre para mi perfume!”, contestó su creador. Así surgió el nombre. Para Dior además era una forma de rendirle homenaje a su amada hermana.

Catherine era la pequeña de los cinco hermanos. Nació en 1917, doce años después que Christian, pero la diferencia de edad no impidió que ambos mantuvieran una relación muy estrecha. A principios de la década de los treinta, la familia sufrió un doble golpe: la pérdida de la madre y la quiebra, la cual obligó al padre a abandonar su Normandía natal para trasladarse al sur de Francia. Se llevó con él a la hija pequeña, Catherine, todavía una adolescente, y se instalaron a unos 20 kilómetros de Grasse, en la localidad de Caillan.

“Era algo muy importante para Christian Dior porque iba mucho a visitar a su padre y a su hermana, y esto le permitió descubrir la perfumería de Grasse”, una zona de cultivo intensivo de rosas y de jazmines, relata ahora Frédéric Bordelier, presidente del departamento Brand Heritage de la lujosa casa. Durante casi un año estuvo encerrada en un campo de concentración

La vida de Catherine dio un nuevo giro un día de 1941, en plena Segunda Guerra Mundial. Se encontraba en Cannes, en la Costa Azul, cuando entró en una tienda para comprarse una radio nueva. Allí conoció a Hervé des Charbonneries. El encuentro fue un verdadero flechazo y, a pesar de que él estaba casado, entablaron un romance que duró toda la vida. La joven se unió a su nuevo amor en su combate dentro de la red franco-polaca de la Resistencia que operaba en el sur de Francia. Se dedicaban a transmitir informaciones sobre el enemigo alemán a las tropas libres del general De Gaulle y a los Aliados. Catherine escribía a máquina —una máquina que todavía hoy conservan sus herederos— todos los informes que luego mandaban a Londres.

En sus viajes a París, Catherine se alojaba a menudo en casa de su hermano, sin que este supiera nada de su vida de resistente. Que acabaría descubriendo con el devenir de los acontecimientos. El 6 de julio de 1944, Catherine tenía una cita en la plaza del Trocadero con una compañera de la lucha. Pero los que aparecieron fueron unos agentes de la Gestapo, que la detuvieron y la torturaron. El 15 de agosto, en vísperas de la liberación de París, fue subida en un tren y deportada al campo de concentración de Ravensbrück, del que no regresó hasta mayo de 1945. “Le han dado todas las medallas de honor imaginables, en Francia y en Polonia, pero ella siempre fue muy discreta sobre esa parte de su vida”, dice Bordelier.

Años después testificó en el juicio militar contra 14 responsables de la oficina de la Gestapo en París, en el que tuvo que describir las torturas a las que la sometieron. “Señor presidente, sé lo que digo. ¡En este caso hubo muertos y hoy discutimos de detalles por unos crápulas!”, se enfadó durante la sesión cuando el presidente del tribunal le preguntó en detalle sobre las personas presentes, según recuerda una crónica de la época del diario Le Monde. Catherine también se desmarcó públicamente de las declaraciones neonazis de su sobrina Françoise, quien se casó en 1963 con Colin Jordan, fundador del partido de extrema derecha británico.

Después de la guerra, las autoridades la recompensaron por sus actos heroicos durante la contienda dándole un mandato particular como vendedora de flores frescas en el mercado de Les Halles de París. Catherine se volcó entonces en la explotación de rosas y jazmines en su casa de Grasse, que entregaba a los perfumistas de la zona, y subía con frecuencia a París para vender flores, tiempo que aprovechaba para visitar a su hermano. Como aquel día de invierno de 1947 en el que nació Miss Dior. Su dedicación por las flores la siguió hasta su muerte en junio de 2008.

Tras la súbita desaparición de Christian Dior en 1957 víctima de un ataque al corazón, con 10 intensos años de trabajo a sus espaldas, Catherine se dedicó a velar por la herencia cultural de su hermano. “A partir de entonces, realmente será la guardiana moral de la obra de Dior, sea para las exposiciones o los escritos. Siempre estuvo muy involucrada”, asegura Bordelier. Participó activamente en la apertura en los años noventa del Museo Dior en Grainville, en la casa en la que ambos crecieron. “Era como la guardiana del templo”, añadió. Catherine descansa ahora en Callian, en el sur de Francia, junto a su hermano.

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Conseguir un best seller como El código Da Vinci no es tarea fácil. Dan Brown había tenido un primer intento con Ángeles y demonios, pero fue un intento fallido, no contenía los elementos suficientes para que la obra se convirtiese en un fenómeno de masas. Hoy, El código...es una novela de la que se han vendido más de 80 millones de ejemplares y se ha traducido a 44 idiomas. ¿A qué se debe el interés de la obra? Básicamente, a la habilidad del autor a la hora de combinar ingredientes: el suspense detectivesco, el esoterismo, una teoría de conspiración relativa al Santo Grial y al papel de María Magdalena en el cristianismo.

El código Da Vinci utiliza el mismo personaje principal que Ángeles y demonios (2000), que no alcanzó el éxito editorial de ésta (otras dos novelas anteriores del mismo autor tampoco lograron mayor repercusión). ¿Es fácil escribir un best seller? No, pero está claro que quien consigue la fórmula acaba constatando cómo los millones de dólares aterrizan en su cuenta bancaria. El estadounidense Dan Brown (Exeter, 1964) cuenta que lo del código era un regalo de su padre, matemático, que lo hacía la noche de Navidad. De un papel a otro, así hasta lograr encontrar el lugar en el que se encontraba su regalo. Un periplo que practicó durante muchos años hasta conseguir trasladarlo a la escritura y cautivar a los lectores. En 2003 la obra salió a la venta en Estados Unidos y en las primeras semanas ya alcanzó la lista de los más vendidos. En España, los grandes grupos no apostaron por la obra, y fue la editorial Umbriel la que se hizo con los derechos y logró vender en la primera semana 135.000 ejemplares en los primeros 50 días y, cuando los lectores se engancharon por el boca a oreja la edición se realizó a una media de 2.400 ejemplares diarios. Cerca de tres años después, ya ha superado los 3,5 millones en castellano.

No debe de ser fácil conseguir un fenómeno de masas literario. Y como remedio contra el bloqueo de las musas, el autor de El código Da Vinci suele utilizar un método infalible: se ata los pies a una tabla que guarda en el gimnasio de su casa en New Hampshire (EE UU) y la gira hasta que está cabeza abajo. En otras ocasiones recurre a las botas de gravedad, un instrumento que promete aliviarle dolores de espalda y migrañas, y que también utilizan los militares estadounidenses. Brown mantiene que esta terapia de inversión le ayuda a relajarse y a concentrarse. Todo vale para conseguir un buen libro.

El resto de sus hábitos relacionados con la escritura son igualmente singulares. Empieza a trabajar a las cuatro de la mañana, coloca un reloj de arena en su escritorio y cada hora realiza una pausa para hacer flexiones, abdominales y estiramientos.

Dan Brown es el primero de los autores que EL PAÍS ofrece a sus lectores en esta colección. Le seguirán Stieg Larsson, Lorenzo Silva, Christian Jacq y Åsa Larsson. Autores de la literatura de suspense contemporánea, en una selección de sus mejores obras en edición de bolsillo; 15 novelas, más de 9.000 páginas de intriga y emoción para disfrutar de la misma forma que ya lo han hecho más de 200 millones de lectores en todo el mundo. Este domingo, El código Da Vinci, por 3,95 euros con EL PAÍS.

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