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About Robert Lozinski

Autor de Blog El Maestro® y editor de los contenidos. Nacido en Moldavia, república perteneciente hasta finales de los 80 del pasado siglo a la desaparecida Unión Soviética. Licenciado en Filología por la Universidad Estatal de Kishinau. Doctorado en Filología Hispánica por la Universidad de Bucarest. Profesor de español en el Liceo Bilingüe “Miguel de Cervantes Saavedra” de Bucarest. Autor del Blog “La Ruleta Chechena" donde publica artículos y relatos. Su novela, "La ruleta chechena", fue premiada con “Francisco García Pavón de Narrativa, 2008”.

Depende-Jarabe de Palo

Que el blanco sea blanco că albul să fie alb
y que el negro sea negro, și negrul este fie negru
que uno y uno sean dos că 1cu 1 este 2 
porque exactos son los números pentru că numerele sunt exacte
depende depinde
Que aquí estamos de prestao că aici nu suntem bineveniți
que el cielo está nublao că cerul este înnorat
que uno nace y luego muere unul se naște, altul moare
y este cuento se ha acabao iar povestea asta s-a sfârșit
depende depinde
depende ¿de qué depende? de ce depinde?
de según como se mire, todo depende de cum privești lucrurile, totul depinde
Que bonito es el amor ce frumoasă-i dragostea
más que nunca en primavera mai ales primăvara
que mañana sale el sol că mâine iese soarele
porque estamos en agosto pentru că suntem în august
depende depinde
Que con el paso del tiempo cu trecerea timpului
el vino se hace bueno vinul devine mai bun
que to lo que sube, baja
de abajo arriba y de arriba abajo
depende
depende ¿de qué depende?
de según como se mire, todo depende
Que no has conocido a nadie
que te bese como yo
que no hay otro hombre en tu vida
que de ti se beneficie
depende
Y si quiere decir si
cada vez que abres la boca
que te hace muy feliz
que sea el día de tu boda
depende
depende ¿de qué depende?
de según como se mire, todo depende

 

Era guapísima, pensó. La mujer más guapa del mundo. Un vestido negro, escotado por detrás, el pelo recogido en la nuca. Unos ojos grandes e inteligentes que lo miraron de esa manera singular con que miran algunas mujeres, como si se pasearan por dentro de ti, escudriñándote cada rincón, y esa certeza te erizara la piel. No sabía cómo se llamaba, ni quién era. Ni siquiera si estaba con otro. Pero comprendió que era ella. Así que venció el nudo que se le había hecho en la garganta y dijo aquí te la juegas, chaval, te juegas el resto de tu vida, y a lo mejor haces el ridículo más espantoso; pero sería peor no intentarlo. Así que se fue derecho hacia ella, recorriendo esos cinco últimos metros que ningún hombre inteligente franquea si no son los ojos de la mujer los que invitan a recorrerlos. Hola, me llamo tal, dijo. Y no me perdonaría nunca dejarte salir de mi vida sin intentarlo. Ella lo miró despacio, evaluando su sonrisa algo tímida, la manera sencilla que tenía de estar de pie ante ella, encogiendo un poco los hombros como diciéndole ya sé que lo hemos visto muchas veces en el cine y por ahí, pero no puedo evitarlo. Te pareces a esas cosas que uno sueña cuando es niño.

Lo consiguió. La felicidad le estallaba dentro y el mundo y la vida eran una aventura maravillosa. Bailaron, rieron. Compartieron sus mundos e hicieron que éstos empezaran a fundirse el uno con el otro. Música, cine, viajes, libros. Tiene cosas que yo necesito, pensó. Cosas que a mí me faltan. A veces se quedaban callados, mirándose un rato largo, y ella sonreía un poco, casi enigmática. Quizá se sienta como yo me siento, pensó él. Tocó su piel, rozándola con precaución al principio. Acercaron los rostros para conversar entre la música, acarició su cabello, respiró su aroma, asimiló cada registro de su voz. Algo hice para merecerla, pensó de pronto. Los años de colegio, la facultad, el trabajo, la lucha por la vida. Sentía que era un premio especial; que una mujer así no caía del cielo a cambio de nada. Eso lo hizo sentirse más seguro, más cuajado y adulto. Y en sólo unas horas, maduró. Se hizo lúcido y se dispuso a merecerla.

Llegaron las campanadas. Ding, dong. Todos bailaban y reían, brindaban, chocaban las copas salpicándose de champaña. Feliz 2001. Feliz año nuevo. Él nunca había sido muy sociable; tenía sus ideas sobre las fiestas de año nuevo en general y sobre la Humanidad en particular, y no eran ingenuas en absoluto. Sin embargo, aquella vez amó a sus semejantes. Los habría abrazado a todos. Con la última campanada ella se quedó mirándolo en silencio, la copa en la mano, la boca entreabierta, y él se inclinó sobre sus labios. Sabían a champaña y a carne tibia, y a futuro. Alrededor los amigos aplaudían y bromeaban sobre el flechazo. Ellos seguían mirándose a los ojos y se besaron de nuevo, ajenos a todo. Y más tarde, rozando el alba, la acompañó a su casa. Se besaron de nuevo en el portal, mucho rato, y él regresó a casa caminando en la luz gris del amanecer, las manos en los bolsillos, sintiendo deseos de dar pasos de baile, como en las películas. Estaba enamorado.

Pasaron los meses y se amaron con locura. Ella estaba en el último año de carrera; él, a punto de conseguir el trabajo soñado durante muchos años. Viajaron juntos y hubo un verano maravilloso, el mar, los paseos por la playa, las noches cálidas. Cuando estaban juntos apenas necesitaban otra cosa. Ella se le aferraba, jadeante, sus ojos muy abiertos cerquísima de los suyos, abrazándolo como si pretendiera hundírselo para siempre en las entrañas. Te amaré toda mi vida, dijo él. Me parece que deseo un hijo, dijo ella. Que se parezca a ti. Que se nos parezca. El mundo era una trampa hostil, pero podía ser habitable, después de todo. Era posible, descubrieron sorprendidos, construir un lugar donde abrigarse del frío que hacía allá afuera: un refugio de piel cálida, de besos y de palabras. A veces se imaginaban de viejos, con nietos, libros, un pequeño velero con el que navegar juntos por un mar de atardeceres rojos y de memoria serena.

Aquel año consiguió el trabajo por el que había luchado toda su vida. Un puesto de responsabilidad en una multinacional importante. El primer día que fue al despacho, al llegar a su mesa situada junto a la ventana con una vista maravillosa de la ciudad, pensó que había llegado a algún sitio importante, y que el triunfo también era de ella. Tenía que compartir ese momento, así que descolgó el teléfono y marcó el número de la casa donde ahora vivían juntos. Estoy aquí, lo he conseguido. Estoy en la cima del mundo, dijo. Y te quiero. Mientras hablaba sus ojos se posaron, distraídos, en el calendario que estaba sobre la mesa: martes 11 de septiembre. Luego se volvió a mirar por la ventana. El día era hermoso, los cristales de la otra torre gemela reflejaban el sol de la mañana, y un avión enorme se acercaba volando muy bajo.

http://www.finanzas.com/xl-semanal/firmas/arturo-perez-reverte/

 

Los tres finalistas al Balón de Oro de la FIFA 2012 ganan millones, tienen varios negocios fuera del fútbol y marcan tendencia con sus casas y automóviles.

[foto de la noticia]

La FIFA ha desvelado en São Paulo el nombre de los tres finalistas a ganar el Balón de Oro 2012, un premio que se entregará el 7 de enero en Zúrich. Los elegidos son Leo Messi, Cristiano Ronaldo y Andrés Iniesta, tres de los mejores jugadores de fútbol en la actualidad, aunque muy diferentes entre sí.

Por un lado están el argentino y el portugués, las dos mayores estrellas de este deporte, dos iconos que marcan tendencia a escala global, lo que les da una ayuda extra (aunque no la necesiten) para obtener este tipo de galardones. Su forma de ser es, eso sí, muy distinta. Cristiano es impetuoso y extrovertido, mientras que Messi es tímido y reservado, salvo con un balón en los pies.

En este sentido, Messi se parece a Iniesta, un hombre de fútbol de los de antes, de los que se sienten más cómodos en un segundo plano. Su presencia es un premio a su trabajo silencioso en el Barcelona y en la Selección Española, con la que se proclamó campeón de Europa este verano. Pero ese mismo carácter es el que ha hecho que el manchego no consiga explotar su imagen de estrella mundial al nivel de sus dos contendientes (no está entre los 100 deportistas con más ingresos, mientras que Cristiano es el noveno y Messi el undécimo, según Forbes).

LEO MESSI

Sueldo: 10,5 millones de euros netos.

Patrocinadores: Adidas, PepsiCo, Herbalife, EA Sports, Chery, Audemars Piguet, Dolce & Gabanna y Lays, entre otros.

Negocios: Es copartícipe, junto a su padre, de la empresa Limecu (compra, venta y alquiler de terrenos rústicos y urbanos). Además, su familia explota su imagen a través de Leo Messi Management S.L.

Casa: Un dúplex, valorado en tres millones de euros, en el barrio de Pedralbes (Barcelona).

Seguidores: 39,4 millones en Facebook.

Coches: Dodge Charger STR, Audi R8 y Q7, Maserati MC Stradale, Porsche Panamera Turbo S y Ferrari F430 Spider.

CRISTIANO RONALDO

Sueldo: 10 millones de euros netos al año.

Patrocinadores: Nike, Armani, Castrol, Konami, Banco Espirito Santo, Clear, Time Force y Toyota, entre otros.

Negocios: Tiene una discoteca (Seven) en El Algarve y posee varias tiendas de ropa bajo el nombre CR7.

Casa: Vive en La Finca (Pozuelo de Alarcón, Madrid), en un chalé de 871 metros cuadrados y 3.000 de parcela valorado en 5 millones de euros.

Seguidores: Más de 14,6 millones en Twitter y 51,4 millones en Facebook.

Coches: Lamborghini Aventador, Ferrari 599 GTB Fiarano, Bentley Continental GTC, Audi R8, Audi A8, Audi Q7, Audi RS6, Aston Martin DB9, McLaren MP4-12C y Bugati Veyron, entre otros.

ANDRÉS INIESTA

Sueldo: 8,5 millones de euros netos.

Patrocinadores: Nike, Kalise, GolTV y BBVA, entre otros.

Negocios: Es el máximo accionista del Albacete Balompié y tiene una empresa de vinos: Bodegas Iniesta. Además, posee Andrés Iniesta Construcciones, una empresa dedicada al negocio del ladrillo.

Casa: El manchego tiene un chalé en Sant Feliu de Llobregat (Barcelona) y otra casa en su pueblo de Albacete (Fuentealbilla).

Seguidores: Más de 11 millones en Facebook y casi 5 millones en Twitter.

Coches: No le van los deportivos. Tiene un Audi Q7 y un BMW X5.

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El padre más decepcionado del mundo dice la verdad a sus hijos

El airado correo de un padre decepcionado ha dado la vuelta al mundo. (Corbis)

 

 
Hay muchas maneras de arreglar los conflictos familiares pero, desde luego, hacerlos públicos no es una buena idea. Quizás Nick Crews, un oficial en la reserva de la armada británica que hasta hace poco capitaneaba uno de los submarinos nucleares de Reino Unido, no contaba con el hecho de que, hoy en día, cualquier correo electrónico puede compartirse, y hay gente muy cotilla por el mundo. Quizás de haberlo sabido no habría escrito por correo a sus tres hijos para decirle que está harto de su actitud: “Es obvio que ninguno de vosotros tiene la menor idea de la amarga decepción que nos habéis causado. Estamos viendo la miserable agonía del cuarto de vuestros matrimonios, al mismo tiempo que vemos cómo llega un quinto.”

“Me pregunto si os dais cuenta de cómo nos sentimos”, afirma Crews, cuya decepción no parece tener límites. “Después de ocuparnos de vosotros lo mejor que hemos podido –probablemente de forma equivocada– esperábamos veros hacer lo mismo, asumiendo vuestras responsabilidades para proporcionar a vuestros hijos un hogar feliz. Tener un trabajo basado en la educación que habéis recibido podría haberos ayudado, pero hasta ahora ninguno de vosotros es lo que podríamos llamar autosuficiente. ¿Quién de vosotros, con esposo o sin él, puede hacerse cargo de sus familias, financiar su casa y proporcionarse una pensión para cuando sea mayor?”

Y por si no ha quedado claro, después de acusar a sus hijos de ser unos ineptos y de preocuparse solo por copular, Crews asegura que no quiere volver a oír nada de ellos hasta que logren tener éxito o, al menos, puedan contarle “un plan REALISTA (sic) para asegurar el sustento y felicidad de sus familias”. Firmado: un padre muy, pero que muy, decepcionado.

El misil de Crews

Crews es, tal como le ha bautizado la prensa anglosajona, el padre más decepcionado del mundo. El correo que ha mandando a sus hijos ha dado la vuelta al mundo cuando una de sus hijas, que no ha dudado en airear el asunto en el Daily Mail, lo ha hecho público con la intención de promocionar un libro que está traduciendo. En declaraciones al rotativo británico, Emily, que trabaja como traductora en Francia, le quita hierro al asunto: “Lo que dice es lo que mucha gente de su edad, género y clase social, quisiera decirle a sus hijos pero nadie se ha atrevido”. Pese a esto, Emily reconoce que ha sido horrible recibir un correo así de su padre. Aunque no le haya importado hacerlo público.

Lejos de criticar la virulencia del correo, muchas personas han visto reflejado en él sus inquietudesDesde su publicación en la prensa, el e-mail se ha convertido en un fenómeno viral en Gran Bretaña y amenaza con arrasar también en Estados Unidos. Los ingleses han bautizado el correo como “el misil de Crews”, en referencia a su experiencia con los submarinos. Pero quizás lo más sorprendente es que, lejos de criticar la virulencia del correo, muchas personas han visto reflejado en él sus inquietudes. El veterano periodista del New York Times, David Brooks, lo tiene claro: “Muchos padres están aparentemente encantados con que alguien por fin haya tenido el coraje de dar una patada en el culo a esta panda de holgazanes mimados”. Pese a que, asegura, todo esto no haga más que empeorar la situación: “La gente no se comporta mal porque no tenga suficiente información sobre sus deficiencias. Se comporta mal porque cae en patrones de comportamiento destructivos de los que son incapaces de escapar”.

Link

A mis alumnos del VI-C les propongo este villancico para las Fiestas Navideñas que se van acercando. ¡Que lo disfruten cantando y bailando!

Con mi burrito sabanero voy camino de Belén(x2)
si me ven, si me ven, voy camino de Belén(x2)el lucerito mañanero ilumina mi sendero(x2)
si me ven, si me ven, voy camino de Belén(x2)con mi cuatrico voy cantando, mi burrito va trotando(x2)
si me ven, si me ven, voy camino de Belén(x2)

tuquituquituqui, tuquituquita
apurate mi burrito que ya vamos a llegar

tuquituquituqui, tuquituquitu
apurate mi burrito que vamos a ver a Jesús

con mi burrito sabanero voy camino de Belén(x2)
si me ven, si me ven, voy camino de Belén(x2)

el lucerito mañanero ilumina mi sendero(x2)
si me ven, si me ven, voy camino de Belén(x2)

con mi cuatrico voy cantando, mi burrito va trotando(x2)
si me ven, si me ven, voy camino de Belén(x2)

tuquituquituqui, tuquituquita
apurate mi burrito que ya vamos a llegar

tuquituquituqui, tuquituquitu
apurate mi burrito que vamos a ver a Jesús

con mi burrito sabanero voy camino de Belén(x2)
si me ven, si me ven, voy camino de Belén(x4)

Wang Junxia, una de las atletas más deslumbrantes de la historia, narra que dejó de correr con 23 años por amenazas del tiránico y célebre técnico Ma Junren

 

 

Pocas historias hay en el atletismo tan fugaces y dolorosas, y tan rodeadas de misterio, como la de Wang Junxia, plusmarquista mundial de 3.000 y 10.000 metros desde septiembre de 1993. Tenía entonces 20 años. Tres años más tarde, después de proclamarse campeona olímpica de 5.000 metros y subcampeona de 10.000 en los Juegos de Atlanta, Wang desapareció del mapa. Dejó el atletismo completamente.

De Wang, nacida en China en 1973, no se supo más hasta hace unos meses. Se supo que estaba viva porque la IAAF la seleccionó para su Salón de la Fama. Fue como la señal de la vuelta a la vida, o a la actualidad, como ella misma reconoció el lunes, charlando en una cafetería de Madrid, donde está unos días de turismo junto a su marido, visitando a su amiga Liu Dong, quien vive en la capital desde que se casó con el técnico Luis Miguel Landa. Junto a todos, y con su colaboración, contó su historia.

“Vivíamos sin radio, tele, periódicos... no sabíamos que creían que nos dopábamos”

Su vida, su carrera, siempre se han contado como un pequeño apéndice de una historia más grande, la de Ma Junren, el tiránico entrenador, vilipendiado por la prensa occidental, que le acusó abiertamente de dopar a sus atletas, el famoso Ejército de Ma que revolucionó el fondo mundial aquel 1993, y también ridiculizado en Europa y en Estados Unidos cuando hablaba de que su secreto era la sangre de tortuga y sopa de caparazón y caldo de crestas de gallo.

“Pero el secreto no era otro que el entrenamiento”, dice Wang, traducida por su marido, Huang Tianwen, con quien vive en Denver (Estados Unidos) desde 2008. “Estuve tres años con Ma, de los 18 a los 21, y lo único que hacía era entrenarme. Nada más: dormir, correr, entrenarme, dormir, competir. Una vida muy sencilla, un entrenamiento de caballos, y mucho frío. Nos entrenábamos hasta lesionadas. Sufríamos todos los días”.

La atleta china, en los Mundiales de 1993. / Getty

Una vida que comenzaba a las cinco de la mañana, cuando empezaba a correr 30 kilómetros en ayunas —“y corriendo de verdad, no rodando, sino corriendo a tope, luchando, luchando desde la salida”, precisa— y continuaba con otros 20 kilómetros por la tarde. Todos los días. Una vida que alcanzó todo su esplendor en 1993, el año increíble que desafía toda la lógica. Quizás solo el gran Paavo Nurmi pueda en la historia haber hecho tanto y tan distinto un mismo año. En abril corrió un maratón en 2h 24m, récord asiático; en agosto, ganó en Stuttgart el Mundial de 10.000 metros; entre el 8 y el 13 de septiembre fue capaz de lo siguiente: correr un 1.500 en 3m 51,92s, la cuarta mejor marca de la historia actualmente, batir en dos ocasiones el récord de los 3.000 metros (lo dejó en 8m 6,11s, una marca a la que nadie se ha acercado desde entonces a menos de 6s) y batir también el récord mundial de los 10.000 (29m 31,78s, la segunda mejor marca conocida es 22s más lenta), y en octubre corrió otro maratón por debajo de 2h 30m.

“No sabía que nadie había sido capaz de hacer eso nunca. En aquel momento yo no pensaba en cómo me miraba la gente, si era una sorpresa o sospechaban, pero ahora mismo, 20 años después, yo también me sorprendo y pienso ¿Dios mío, cómo podía correr tan rápido?”, dice. “No nos enterábamos de nada. No sabíamos que pensaban fuera que todo era dopaje, porque solo nos entrenábamos y entrenábamos. Vivíamos en una residencia cerrada, sin música, sin periódicos, sin radio, sin televisión, no sabíamos nada”.

Su marido no resiste e interviene. “Wang nació para correr. Era feliz corriendo, el sufrimiento era por otra cosa. Ella corría con la cabeza, no con las piernas”, dice. “El entrenamiento era importante, pero el milagro lo hacía su naturaleza. Ella es un milagro”.

“Nos entrenábamos hasta lesionadas, 50 kilómetros diarios, 30 en ayunas”

Wang es un milagro de la naturaleza que soporta los castigos de Ma —“les pegaba”, dice su marido, “pero no por entrenarse mal, sino por otras cosas, por pintarse, por dejarse el pelo largo, por usar sujetador... Era como el ejército”— pero no eternamente. En diciembre de 1994 lidera un motín: todas las atletas salvo Qu Yunxia, aún plusmarquista mundial de 1.500, huyen de Ma.

¿Por qué? “No lo puedes saber ahora. Estamos escribiendo un libro. Ahora no lo quiero decir. Compra el libro y lo sabrás todo”, responde sin tapujos. No confirma si es, como se publicó en su momento, porque Ma se quedó con sus premios, porque, como alguien dijo, se quedó con el Mercedes que le dieron por ganar el Mundial de Stuttgart y lo estrelló adrede, para hacer daño. Es todo. “Es una larga historia, una acumulación de pequeños detalles. No solo una cosa, muchas...”.

“Su técnico le pegaba por llevar el pelo largo, usar sujetador...”, recuerda su marido

Con un nuevo entrenador, Mao Dezheng, Wang se prepara para los Juegos de Atlanta, el principio de su final. Wang cuenta cómo Ma le amenazaba, llamaba a su familia, que vivió tan angustiada como ella, temiendo por su vida. “Conseguí llegar y ganar los 5.000 metros y ser segunda en los 10.000, pese a que los corrí debilísima, enferma de diarrea, con migrañas, con fiebre y sin fuerzas. No pude ni calentar”, dice Wang. “Lo peor ocurrió después”.

“Ma, que era el director de atletismo”, toma el relevo el marido de Wang, “se vengó prohibiéndole comer en el centro de atletas, le dejó sin dinero, sin lugar para entrenarse, sin entrenador. Le obligó a retirarse. Otras mujeres, otra gente, dijeron que trató de matarla, otra gente”.

“Ma era muy fuerte en China entonces, tenía mucho poder y dijo en público que si yo volvía a correr, me rompería las piernas o me cortaría la cabeza, o a mi familia. Por eso lo dejé todo, porque mi madre me lo suplicó. ‘No corras más, que te van a matar’, me dijo”, recuerda Wang. “Yo sufrí una crisis de depresión, tristeza y estrés”.

“Cambié de técnico y Ma, muy poderoso en China, dijo que me rompería las piernas”

Wang salió de la crisis. Se casó. Tuvo un hijo. Mendigó al Gobierno —“ya que no me dejáis correr, dejadme salir al extranjero”— y le permitieron ir a estudiar inglés a Boulder, en Estados Unidos, en 1998. “Allí la conocí en 1999, en una recepción por la visita del primer ministro chino”, dice su marido, su segundo marido. “Luego ella volvió a China y estudió Derecho en Pekín. Y volvió a correr en 2000, enseñando a la gente cómo mejorar su salud. En 2008 volvimos a encontrarnos en Shanghái. Nos casamos en el año olímpico en China y nos fuimo
s a vivir a Denver, donde trabajo. Tenemos una hija”.

“Yo solo soy ama de casa, ayudo a mi marido”, dice Wang. “Quiero olvidar el atletismo, pero no puedo. No quiero correr más. Y mi hija, si quiere ser atleta, que lo sea, como si quiere ser cantante. Quiero que haga lo que le haga más feliz”.

“Wang hizo lo que quería, lo que le hacía feliz, y por eso batió récords, no es que corriera para batirlos, sino para ser feliz”, resume su marido. “No le gustaba entrenarse, sino correr. Se retiró joven y podría haber batido más récords. Se retiró porque quería proteger su vida. Porque en vez de batir (break, en inglés) récords, le habrían roto (break) las piernas”.

Lo que los fundadores de Twitter no tuitean

Los creadores de la red social que ha revolucionado el mundo de la comunicación no son muy dados a airear su vida personal en ningún medio

Los fundadores de Twitter, Biz Stone, Jack Dorsey y Evan Williams. / flickr.com/photos/jackdorsey/

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En marzo de 2006 Jack Dorsey, Biz Stone y Evan Williams transformaron la forma tradicional de comunicarse y de acceder a la información con la creación de Twitter. Más allá de su reconocimiento unánime como visionarios de la era digital y de sus distintos cambios de rol en la cúpula directiva la red social, apenas se conoce nada de la vida personal de sus fundadores. Los tres, siguiendo el ejemplo de otros precursores de Internet, han optado por mantener un perfil social bajo y escribir su historia parapetándose tras el éxito de la compañía en lugar de resumirla en 140 caracteres, como muchos de sus usuarios.

Pocos saben que Dorsey, el cerebro creador de Twitter, aspira a convertirse en alcalde de Nueva York —ha mantenido conversaciones con su actual regidor, Michael Bloomberg, al respecto—; o que durante un año se inscribió a un curso de masaje y terapia; o que invirtió otro año en tomar clases de diseño. De hecho, él mismo ha elaborado una falda pitillo y es un devoto amante de los vaqueros, en particular de los creados por Scott Morrison, de quien es socio en una de sus tiendas del SoHO de Nueva York.

En 2000, Dorsey decidió abandonarlo todo para dedicarse a la ilustración botánica

Sin duda, el carácter ascético e introvertido de Dorsey, de 35 años, no ayuda a que se conozcan estos aspectos de su vida privada. Últimamente, se prodiga más en los medidos debido a la promoción de Square, su nuevo proyecto empresarial que compagina con su puesto como presidente ejecutivo de Twitter, cargo que ocupa desde 2010. Dorsey siempre se ha considerado a sí mismo un artesano antes que un empresario y cuando lanzó Twitter prefirió ceder las funciones de mayor responsabilidad y visibilidad a sus cofundadores. De hecho, en 2008, cuando la red social se empezó a consolidar como uno de los fenómenos de Internet con mayor influencia política y social, Dorsey abandonó su puesto de consejero delegado, que asumió Williams.

Otro ejemplo de la excesiva austeridad del fundador de Twitter es que, pese a ser uno de los hombres más ricos del planeta –Forbes ha valorado sus participaciones en la red social y en Square en 1.085 millones de dólares-, su apartamento de San Francisco está prácticamente vacío, según han reiterado en varias entrevista sus amigos los actores Ashton Kutcher y Alyssa Milano. “Él nunca dice a qué se dedica, siempre tengo que ser yo la que alardee en su nombre”, reconoció la intérprete hace un año a la revista Vanity Fair.

Williams ha reconocido que el hecho de tener niños le ha vuelto más complicado compatibilizar su vida laboral con la familiar

Dorsey, admirador de Steve Jobs y, como este, un ferviente devoto de la filosofía oriental, parece haber cedido en los últimos meses a esa reticencia al lujo. En junio de este año adquirió por 10 millones de dólares una mansión escondida en la bahía de San Francisco con vistas al Golden Gate; a mediados de 2011 se compró un BMW Z-3, “porque admira su diseño”, y últimamente se ha decantado por los trajes de Prada, negros, a juego con la corbata, y los Rolex, “porque la casa de relojes fabrica sus propias piezas”, de acuerdo con un artículo publicado por Vanity Fair hace un año.

Más allá de estas concesiones a la ostentación, poco más se sabe del carácter de Dorsey. En octubre de este año, con ocasión de la entrega al joven del León de Oro de Cannes al Personaje mediático del año, The New York Times publicó que el “mal humor de Dorsey” era el motivo de que estuviera más centrado en Square que en Twitter, algo que este mismo desmintió en su blog.

La vida personal de los otros dos fundadores de Twitter, Biz Stone, de 38 años, y Evan Williams, de 40, también esta eclipsada por su actividad empresarial. Ambos se han embarcado en un nuevo proyecto, Medium, otra plataforma digital. Poco dados a hablar de su vida privada -aunque Williams se presenta en su perfil de Twitter como padre y esposo-, durante una entrevista concedida a Hunter Walk, reconocieron que el hecho de tener niños les ha vuelto más complicado compatibilizar su vida laboral con la familiar, pero que habían aprendido a manejar mejor los calendarios para poderse ocupar de sus retoños. “Yo ya no piso los bares”, reconoció Williams

El antiguo consejero delegado de Twitter, abandonó el cargo en 2010 para dirigir el departamento de desarrollo de la red social, vive con su mujer, Sara Morishige, y sus dos hijos en la bahía de San Francisco y es vegetariano. Su colega Stone, director creativo de Twitter, además de vegetariano es vegano, de acuerdo con un reportaje publicado por The New York Times en 2009, una opción que decidió adoptar tras visitar una ONG que defiende los derechos de los animales.

Yo comencé como pintor y artista gráfico, la tecnología llegó después un poco por accidente, así que pienso en mí mismo primero como arista y después como empresario"

Biz Stone

Stone está acostumbrado a copar las listas de los hombres más influyentes, pero también está muy comprometido con otras causas un poco más alejadas del mundo virtual, como la pobreza, la defensa del medio ambiente o la educación. Precisamente a luchar por la mejora y consecución de estos dos objetivos está destinada la fundación Biz y Livia Stone, que dirige junto a su esposa, Livia, son la que reside en California.

Como Dorsey, Stone tiene otras inquietudes artísticas además de las redes sociales o la caridad. “Yo comencé como pintor y artista gráfico, la tecnología llegó después un poco por accidente, así que pienso en mí mismo primero como arista y después como empresario”, reconoció en una entrevista con el director de cine Ron Howard, con quien participó en un proyecto de cortos y fotografía, rodando su propio film.

Dorsey, Williams y Stone, como todos, también tienen una vida privada, pero a diferencia de muchos de los usuarios de Twitter, ellos no acostumbran a tuitearla demasiado.