por Víctor Chiper, XIC
Érase una vez un explorador que se llamaba John. Era un hombre alto, fuerte y muy valiente. Todo el tiempo se iba de aventuras con su ayudante Luca.
En su última expedición estaba en África buscando al dinosaurio perdido. El dinosaurio no era realmente un dinosaurio, era una estatua que a tenía un diamante muy grande en la cabeza. Nadie había podido encontrar este dinosaurio, pero John era un hombre muy afortunado, tenía tanta suerte que le habría tocado la lotería cada vez que hubiera participado.
Mientras caminaba por la selva africana, su ayudante se cayó en una cueva muy grande. Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí. Luca subió al dinosaurio y con gran esfuerzo logró sacar el diamante.
Después de que John sacó a Luca de la cueva, regresaron a casa. Ahora todo el mundo sabe quiénes son John y Luca.