Nombrado en septiembre, Jaume Ayats, no fue presentado como nuevo director del Museo de la Música de Barcelona hasta ayer, coincidiendo con la presentación de la nueva exposición temporal que tiene como protagonistas a Frederic Mompou y Antoni Gaudí. Una muestra que ha de impulsar el centro para que deje de ser “invisible”. Un gran reto para Ayats, acostumbrado a lidiar con orquestas y escuelas de músicas, que desde ahora tiene que conseguir que el museo instalado en el flamante complejo construido por Rafael Moneo para el Auditori de Barcelona deje de ser solo un lugar donde se exponen instrumentos y, consiga superar las bajas cifras de visitantes (33.000 en 2011). Ayats también ha asumido la dirección del centro Robert Gerhard de la Generalitat, que promociona el patrimonio musical catalán. “El museo tiene que dejar de ser un centro escondido en un rincón de la ciudad”, ha asegurado el nuevo director.
Para conseguir que el museo (situado entre los tres más importantes de Europa, junto a los de Bruselas y París) llegue a más y más diverso público, el centro, con un presupuesto anual de 1,2 millones de euros, ha de ser, una especie de “ágora de debate y un motor de divulgación y de experimentación de la música catalana”, defendió el nuevo director.
Sin entrar a detallar su estrategia, explicó, en presencia de Jaume Ciurana, presidente del Auditori y concejal de cultura barcelonés y Xavier Solà, vicepresidente del centro y número dos del departamento de Mascarell, que el museo se promocionará con mayor presencia en la calle, “en el bus turístico y en todos los circuitos habituales destinados al turismo de Barcelona”, en las escuelas y en Internet, incorporando a la red la colección de instrumentos, y con acciones como visitas a parte de los fondos, como a la colección de guitarras, que pasa por ser una de las mejores del mundo, según el propio Ayats.
Otra de las iniciativas es la organización de exposiciones temporales. Y si en uno de los protagonistas es Gaudí, la presencia está garantiza. EnEl sonido de la luz. Mompou/ Gaudí, un proyecto del músico Adolf Pla y el fotógrafo Marc Llimargas se explican los paralelos entre estos dos artistas, tanto en lo que hace referencia a la concepción de su arte como a las fuentes de inspiración. A través de documentación y objetos inéditos —se exponen más de 80 piezas originales de Mompou nunca exhibidos, desde medallas, discos, partituras y recuerdos personales—, además de su piano que sigue lanzando al aire el tono metálico que tanto gustaba al compositor de la música callada.
Personal, espiritual, miniaturista y autor de breves sintonías —seguramente la más famosa es la de la cadena SER, creada en 1951— Mompou pese a ser, junto a Falla, el compositor que más bibliografía ha generado, no es un compositor muy interpretado.
Los comisarios han resaltado la inspiración natural, la sencillez de elementos y la originalidad de los dos autores de gran espiritualidad. “Mompou sentía que si una obra estaba bien era porque algo superior la había hecho y no nosotros”, aseguró Pla. La exposición termina con una idea sugerente: La Sagrada Familia fue concebida por Gaudí como un enorme instrumento musical, con tres órganos monumentales y un coro multitudinario, además de 12 torres perforadas a modo de tubos de un órgano con siete campanas cada una. Para callar a incrédulos, Pla aseguró que está en marcha una tesis sobre el tema. El clímax llega cuando en una instalación sonora, el visitante puede oír las campanas del templo tocar una de las melodías de Mompou.
Es muy interesante la existencia de un museo de música para los niños que pueden aprender algo de los músicos, y para saber algo de la historia dela música.