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Cipi el rebelde

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Cipi el rebelde es un fragmento adaptado de la versión española del libro de Mario Lodi "Cipi". Arca de los cuentos 4: "Al fin Cipi se hace responsable"

Cipi es un gorrioncito muy curioso y muy atrevido que quiere explorar el mundo que le rodea. Un día Cipi y los demás gorriones van a la pradera a buscar granos para comer y de repente se dan cuenta de que ha aparecido el cazador con una escopeta en la mano. El señor dispara a una gorrioncita que reaccionó demasiado tarde. La gorrioncita tiene el ala herida y entonces Cipi la acompaña hasta un arbusto que hay por allí cerca y se queda con ella hasta que se cura.

Nuestra historia empieza con una escena en la cual Cipi observa con atención, desde una rama, al gato que duerme a la sombra de un arbusto.

Cipi, al ver al gato que descansa a la sombra de la higuera, se dice:

Cipi: - ¡Aquí está el animal de los bigotes y las garras invisibles!

            El gato está tumbado sobre un costado, con las patas hacia fuera mostrando las yemas lisas y rosadas.

            Cipi: - Los bigotes los veo, pero ¿dónde están las garras? Ahora es el momento de descubrir el misterio de las garras que están y no están.

            Y de un vuelo se posa sobre la rama más larga de la hoguera que cuelga justo encima del animal. Oye una extraña cantinela:

            El Gato: -Ron, ron… ron, ron…

            Asustado, Cipi se esconde detrás de una hoja.

            El gato alza una oreja, abre un ojo y, relamiéndose, dice:

            El Gato: - ¡Qué buen bocado al alcance de las patas!

            Y finge dormir.

            Cipi: - ¡Qué extraño animal!

            Y observa al gato de la cabeza a la cola.

            Cipi: - Duerme y al mismo tiempo se relame los bigotes.

            De rama en rama se acerca al animal bigotudo y grita:

            Cipi: - ¡Buenos días animal extranjero! ¡Yo soy Cipi! ¿Y tú?

            El Gato entreabre los párpados y dice por lo bajo:

            El Gato: - ¡Acércate más y vas a ver quién soy!

            Cipi: - ¡Eh! ¿No tienes lengua? ¿Estás muerto?

            El Gato no contesta. Sigue tumbado como si nada.

            Cipi se acerca aún más y dice contemplando aquellas yemas rosadas:

            Cipi: - Puede que estén las garras… ¡Yo no veo nada!

            El Gato: - Acércate más y verás.

            Cipi se posa junto al animal:

            Cipi: - ¡Uff, no hablas nada!

            El Gato pega un salto, desenfunda las garras y grita:

            El Gato: - ¡Estas son mis garras!

            La pata del Gato arranca unas plumas de la espalda de Cipi pero el gorrión logra escapar.

El Gato aulla enfurecido sujetando entre las garras la cola de Cipi:

El Gato: - ¡Ah, canalla, te has escapado!

Cipi huye precipitadamente hacia el nido de Mamá pero no encuentra a nadie.

Cipi: - ¡Uf! ¿Peró dónde estarán todos?

Mira y los ve en el campo buscando semillas:

Cipi: - ¡Ay! ¡Yo también tengo hambre! ¡Mami!

Mamá oye a su hijito y grita:

Mamá: - ¿Dónde te has metido, pequeño bribón? ¡Ven aquí!

Un gorrioncito: - ¡Ven con nosotros, Cipi! ¡Hemos encontrado los granos amarillos! Podemos atiborrarnos.

Cipi se acerca y se pone a escarbar para sacar los granos. Mientras tanto cuenta su aventura.

Cipi: - ¡Qu­é miedo he pasado hace un rato! ¡Mirad aquí!

Y Cipi enseña el trasero desplumado.

Un gorrioncito grita: - ¡Cipi ha perdido la cola!

Mamá: - ¿Cómo que ha perdido la cola? ¿Pero qué dices?

Mamá se acerca asustada:

Mamá: - ¿Quién ha sido?

Cipi: - Ha sido ese antipático animal con bigotes. Fingía dormir, parecía muerto, me acerqué para ver si tenía garras y él ¡zas! saltó y me arrancó la cola.

De repente Mamá observa algo:

Mamá: - !El hombre de los tubos relucientes! ¡Volemos! ¡Seguidme!

Es el cazador que se va acercando con una escopeta en las manos. Todos se alejan menos Cipi:

Cipi: - ¿Dónde vais? ¿Por qué le tenéis miedo? El no sabe volar como nosotros.

El hombre sigue avanzando.

Mamá: - ¡Cipi, ven aquí ahora mismo!

Cipi: - ¡Sois unos cobardes!

Una gorrioncilla: - ¡Se ha parado!

Otra gorrioncilla: - ¡Apunta el tubo reluciente hacia nosotros!

Un gorrioncito: - ¡Dios mío! ¿Qué hace?

Mamá: - ¡Ah, maldito!

Levanta el vuelo, se dirige hacia el hombre y cae sobre él en picado.

El hombre: - ¡Ja, ja, ja! ¡No me vais a comer la cosecha, malditos pájaros!

¡Pum! Dispara con la escopeta.

Mamá se abalanza sobre el hombre y se pone a picotearle en la cabeza, en los ojos, en las manos.

Mamá: - ¡Huid todos! ¡Ahora!

El hombre grita de dolor:

El hombre: -¡Aaaah!

Tira las escopeta y huye.

Una gorrioncilla herida se arrastra hasta un matorral y se esconde allí.

La gorrioncilla herida: - Cipi, oh, ¡qué daño! Ya no puedo volar. ¿Qué voy a hacer!

Cipi: - Cállate. Si quieres curarte tienes que estarte quieta. Y además estoy yo aquí, no debes tener miedo…

La gorrioncilla herida: - ¡Tengo sed!

Cipi: - Ahora te traigo agua. ¿Te da miedo estar sola?

La gorrioncilla herida: - No.

Cipi vuela al río para hacer provisión de agua y regresa. Regurgita en agua en el pico de la compañera herida.

La gorrioncilla herida: - Gracias. ¡Eres tan bueno!

Cipi: - Nada de gracias. Estoy aquí para ayudarte hasta que te cures. No te preocupes. Cipi no traiciona a los amigos.

Viene Mamá y los demás pajaritos, y todos rodean a Cipi y a la gorrioncilla. Mama acaricia con un ala a su hijito más valiente.

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